Agonia
Soy yo quien te mira ahora con los ojos rojos,
indignado de tanta hipocresía que intentas venderme. En si tu alma, en si tu
cuerpo. Indignado de estas horas malgastadas en reproches y culpas. Si lo
sabes, ¿no te da vergüenza devolverme la mirada? He pasado noches y
días de un lado a otro de la cama, pensando en que quizás es el tiempo de
perdonar tu descaro. Y es que no llega el momento en el que quiera desquitarme
esta amargura. Te veo caminar ahora guindada de su brazo, sonriendo como una de
esas modelos en las revistas que tanto devoras. ¿Qué tratas de probar? ¿Que no
me necesitas? Eso ya dejo de importarme hace un buen rato cuando decidí dejar
de reprocharme tu decisión. Trato de luchar contra mis deseos de buscarte
cuando el no esté a tu lado, quiero hacerte daño, tanto daño que no puedas
imaginarlo, acabar con el brillo de tus ojos, secarme eternamente en la fuente
de tu boca y enterarte para siempre en lo profundo de mi alma.
No se si viene a cuento, pero... piensa que tú también puedes enseñarle a llorar...
ResponderEliminarFelicidades por tus escritos, por cierto, y por más importante.
Àlex
Saludos cordiales, abrazos o besos, cómo tú prefieras.