Disertación de Cleopatra mientras amanece sobre roma por Kenia Leyva Hidalgo
César,
mientras en las noches te entregas
al delirio del vino y a las guerras,
esta hija del Nilo
burla la posición de tus antorchas,
el torpe sueño de los guardianes,
derrumbándose en las sábanas de Marco Antonio.
Allí comienzo a domar cicatrices y corceles de su pecho,
beso sus batallas perdidas,
agonizo ante sus lanzas y gestos de victoria.
A él también lo utilizo,
dispongo de su rebeldía.
Pero sus ojos, César,
son lo único que no me hace extrañar a Egipto,
por ellos corren todas las bestias de mi tierra.
En la madrugada
me despojo de leyendas
para que sus manos azoten la soberbia
y su lengua desnude mis palabras.
Amaestradas las fieras de mi cuerpo,
retorno sutil
para verte alabar a tus dioses,
concederles ofrendas
porque esta hija del Nilo
duerma apacible en tu lecho
mientras amanece sobre Roma.
mientras en las noches te entregas
al delirio del vino y a las guerras,
esta hija del Nilo
burla la posición de tus antorchas,
el torpe sueño de los guardianes,
derrumbándose en las sábanas de Marco Antonio.
Allí comienzo a domar cicatrices y corceles de su pecho,
beso sus batallas perdidas,
agonizo ante sus lanzas y gestos de victoria.
A él también lo utilizo,
dispongo de su rebeldía.
Pero sus ojos, César,
son lo único que no me hace extrañar a Egipto,
por ellos corren todas las bestias de mi tierra.
En la madrugada
me despojo de leyendas
para que sus manos azoten la soberbia
y su lengua desnude mis palabras.
Amaestradas las fieras de mi cuerpo,
retorno sutil
para verte alabar a tus dioses,
concederles ofrendas
porque esta hija del Nilo
duerma apacible en tu lecho
mientras amanece sobre Roma.
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